La más grande disputa por la intersubjetividad comienza
con este concepto. Si bien es una palabra usada frecuentemente, nadie reconoce
el contenido de sus propias acciones o de su actitud para poder referir como
una “moral”, ni mucho menos ser parte de una.
Etimológicamente, moral proviene del latín moris –costumbre-, el conjunto de principios por los cuáles se rige
un pueblo o civilización. No obstante, es aquí donde se visualiza el dilema más
grande: ser ético ante alguien que no comparte nuestra ideología.
Si bien la
sociedad se rige conforme a Derecho y a la legalidad de las instituciones y
leyes jurídicas que debieran establecer una armonía social entre sus
habitantes, son las leyes del consenso las que realmente determinan qué ideas o
costumbres deben institucionalizarse,
procurarse o explotarse. Esta ley, es la ley moral.
Costumbre podemos
entenderla como el conjunto de ideas y valores que secundan en una región
poblada, para implementar una armonía ética y de buena convivencia. De este
modo, un conjunto de costumbres generan una moral.
Platón
argumentaba que las obras de Homero debían censurarse, ya que carecían de
moral: incurrían en el adulterio, asesinato, traición, tortura, lujuria, gula y
demás voluptuosidades humanas. Y la óptima República de Platón se basaba en la
rectitud ética y moral de sus ciudadanos, gobernantes y guardianes del orden.
No obstante,
suena a utopía afrodisiaca ya que no puede digerirse ni social ni emocionalmente
un Estado donde no incurra el sujeto en la subjetividad, hipocresía y, lo más
alarmante, la conveniencia.
Si el consenso
asiente comer llama en el Perú, la comerá. Si el consenso asiente comer gatos
en Corea, lo comerá. Y si asiente lapidar mujeres por no ser vírgenes, castigar
a los hijos por onanismo o llevar judíos a campos de concentración, el consenso
lo hará gustosamente. Sin importar la legalidad conforme a Derecho. La
costumbre, es ser conveniente
conforme a la democracia, porque lo que impera es el poder de la mayoría,
aunque sus ideas sean erróneas o poco éticas.
La moral se torna
un agente instrumentable, moldeable, es una máscara con la que el sujeto se
unta de solidaridad y empareda el valor social de sus semejantes. Ciertamente,
las leyes jurídicas impulsan un trato relativamente equitativo y convenenciero
según se sepan usar las leyes en beneficio personal; sin embargo, el sujeto
adecúa esas leyes para su convivencia personal, las infiere según la comodidad
y gustos personales, para posteriormente instaurarlas como ley jurídica y
posteriormente en institución.
La moral, es quedar bien con dos personas de
distintos intereses y aún así, obtener un beneficio personal. Ese beneficio
puede ser emocional –la mayoría de veces-, ya que el sujeto obra conforme a la
tradición familiar y los prejuicios y acicates sociales que le fueron heredados
en la primera infancia. Un ejemplo de ello, es la religión. El infante no sabe
leer o escribir, y sin embargo le es impuesta una creencia coercible para
asumir como idea verdadera, misma que deberá ser tomada a pie juntillas como un
absoluto y valorada como una costumbre, por el hecho de ser un algo
familiar. Un placebo existencial. Esto
crea una postura social y una moral frente a aquellos que no compartan los
mismos intereses.
El político que
instaura leyes para la armonía y correcta ética entre los ciudadanos, obra
conforme a su conveniencia y bien puede quedar con rostro condescendiente ante
su partido o séquito, pero sin embargo, puede quedar también con buen rostro
ante aquellos que trafican ya sea armamentismo, trata de blancas o corrupción.
La moral es quedar bien con uno mismo y mostrar un antifaz condescendiente en
una mascarada social.
Sin ley moral,
el individuo se vería compelido a ya no seguir un rebaño, sino a tomar
decisiones personales y aceptar responsabilidades. Y ya que la ley no es un rey
o la ciencia o la religión, sino algo abstracto, una imposición inter subjetiva
que absorbe las necesidades sociales y en la que recaen las responsabilidades,
es menester que esa moral de rebaño –como la llamase Nietzsche- sea la que
ordena al individuo a proseguir. Es por ello que el individuo ha menester de
usar la moral de rebaño para no sentirse culpable de sus deliberaciones. La
democracia social y emocional, según usos y costumbres, es la que predominará
predadoramente. Dura lex, sed lex: la
ley es dura pero debe obedecerse por más coercitiva que sea.
Moral es
ataviarse del uniforme del colegio, pero también mostrar piercing y tatuaje en
la calle con los amigos; moral es lapidar mujeres por no ser vírgenes, pero
acudir a burdeles para saciar las voluptuosidades; moral es ganar un premio
Nobel de la paz y, sin embargo, invadir naciones por cuestiones de índole
económica. La moral es una mascarada para mostrar un rostro augusto con quien
nos convenga, para instrumentarle cual marioneta y, además, obtener recompensa
personal.
Locus riget actum: los actos se
rigen por la ley del lugar que la erige. No olvidemos que el único lugar que
habitamos –la Tierra- no es un baile de máscaras donde tomamos y quitamos
pareja sin consentimiento. Si persiste esta doble moral, el planeta no tendrá
lugar dónde podamos bailar.
Goth Philosopher