viernes, 26 de diciembre de 2014

¿Qué es la moral?



La más grande disputa por la intersubjetividad comienza con este concepto. Si bien es una palabra usada frecuentemente, nadie reconoce el contenido de sus propias acciones o de su actitud para poder referir como una “moral”, ni mucho menos ser parte de una.
   Etimológicamente, moral proviene del latín moris –costumbre-, el conjunto de principios por los cuáles se rige un pueblo o civilización. No obstante, es aquí donde se visualiza el dilema más grande: ser ético ante alguien que no comparte nuestra ideología. 

 
   Si bien la sociedad se rige conforme a Derecho y a la legalidad de las instituciones y leyes jurídicas que debieran establecer una armonía social entre sus habitantes, son las leyes del consenso las que realmente determinan qué ideas o costumbres deben institucionalizarse, procurarse o explotarse. Esta ley, es la ley moral.
   Costumbre podemos entenderla como el conjunto de ideas y valores que secundan en una región poblada, para implementar una armonía ética y de buena convivencia. De este modo, un conjunto de costumbres generan una moral.
   Platón argumentaba que las obras de Homero debían censurarse, ya que carecían de moral: incurrían en el adulterio, asesinato, traición, tortura, lujuria, gula y demás voluptuosidades humanas. Y la óptima República de Platón se basaba en la rectitud ética y moral de sus ciudadanos, gobernantes y guardianes del orden.
   No obstante, suena a utopía afrodisiaca ya que no puede digerirse ni social ni emocionalmente un Estado donde no incurra el sujeto en la subjetividad, hipocresía y, lo más alarmante, la conveniencia.
 
   Si el consenso asiente comer llama en el Perú, la comerá. Si el consenso asiente comer gatos en Corea, lo comerá. Y si asiente lapidar mujeres por no ser vírgenes, castigar a los hijos por onanismo o llevar judíos a campos de concentración, el consenso lo hará gustosamente. Sin importar la legalidad conforme a Derecho. La costumbre, es ser conveniente conforme a la democracia, porque lo que impera es el poder de la mayoría, aunque sus ideas sean erróneas o poco éticas.
   La moral se torna un agente instrumentable, moldeable, es una máscara con la que el sujeto se unta de solidaridad y empareda el valor social de sus semejantes. Ciertamente, las leyes jurídicas impulsan un trato relativamente equitativo y convenenciero según se sepan usar las leyes en beneficio personal; sin embargo, el sujeto adecúa esas leyes para su convivencia personal, las infiere según la comodidad y gustos personales, para posteriormente instaurarlas como ley jurídica y posteriormente en institución.
   La moral, es quedar bien con dos personas de distintos intereses y aún así, obtener un beneficio personal. Ese beneficio puede ser emocional –la mayoría de veces-, ya que el sujeto obra conforme a la tradición familiar y los prejuicios y acicates sociales que le fueron heredados en la primera infancia. Un ejemplo de ello, es la religión. El infante no sabe leer o escribir, y sin embargo le es impuesta una creencia coercible para asumir como idea verdadera, misma que deberá ser tomada a pie juntillas como un absoluto y valorada como una costumbre, por el hecho de ser un  algo familiar. Un placebo existencial. Esto crea una postura social y una moral frente a aquellos que no compartan los mismos intereses.
   El político que instaura leyes para la armonía y correcta ética entre los ciudadanos, obra conforme a su conveniencia y bien puede quedar con rostro condescendiente ante su partido o séquito, pero sin embargo, puede quedar también con buen rostro ante aquellos que trafican ya sea armamentismo, trata de blancas o corrupción. La moral es quedar bien con uno mismo y mostrar un antifaz condescendiente en una mascarada social. 
 
   Sin ley moral, el individuo se vería compelido a ya no seguir un rebaño, sino a tomar decisiones personales y aceptar responsabilidades. Y ya que la ley no es un rey o la ciencia o la religión, sino algo abstracto, una imposición inter subjetiva que absorbe las necesidades sociales y en la que recaen las responsabilidades, es menester que esa moral de rebaño –como la llamase Nietzsche- sea la que ordena al individuo a proseguir. Es por ello que el individuo ha menester de usar la moral de rebaño para no sentirse culpable de sus deliberaciones. La democracia social y emocional, según usos y costumbres, es la que predominará predadoramente. Dura lex, sed lex: la ley es dura pero debe obedecerse por más coercitiva que sea.
   Moral es ataviarse del uniforme del colegio, pero también mostrar piercing y tatuaje en la calle con los amigos; moral es lapidar mujeres por no ser vírgenes, pero acudir a burdeles para saciar las voluptuosidades; moral es ganar un premio Nobel de la paz y, sin embargo, invadir naciones por cuestiones de índole económica. La moral es una mascarada para mostrar un rostro augusto con quien nos convenga, para instrumentarle cual marioneta y, además, obtener recompensa personal.

 
   Locus riget actum: los actos se rigen por la ley del lugar que la erige. No olvidemos que el único lugar que habitamos –la Tierra- no es un baile de máscaras donde tomamos y quitamos pareja sin consentimiento. Si persiste esta doble moral, el planeta no tendrá lugar dónde podamos bailar.


Goth Philosopher