Durante la segunda
Cruzada (1147-1149 d.C.) la aberración hacia los judíos no tenía límites. Se les adjudicaba cuentos y extraños, como
envenenar pozos o ser los portadores del diablo hacia los cristianos que
trataban de ser gente virtuosa.
Esto es tan representativo como la
persecución de cristianos que se llevó a cabo en Roma justo después de la
muerte de Cristo y lo cual sólo pudo detenerse hasta que alguien vio que podía
manipular a esta gente si se les “unía”, tal como hizo el emperador Constantino. Sin embargo, las alas de la intolerancia se
baten una y otra vez y parece que la historia no enseña nada a quienes se
asumen “conocedores”. En pleno siglo XXI
vemos que el humano es intolerante hacia el humano mismo por la simple razón de
que, lo que es distinto a nosotros, nos causa incomodidad e inseguridad.
Cuando en la selva un león ve acechado su
territorio por otro macho, lo que hace es entablar una lucha de poder. El vencedor es, a saber, el más adaptado:
quien sabe sobrevivir, usar sus habilidades y proteger lo que le es menester.
¿Qué relación hay entre un león y un
humano? Que el león lo hace por naturaleza, y el humano por intolerancia. Y aquel que es intolerante, o trata de parecer
el león “fuerte” o simplemente no desea más “leones” a la redonda.
Hay un dicho que dice: “2 de octubre, no se
olvida”. El año de 1968 fue un año
decisivo en la intolerancia, ya que por doquier se reprimía a quienes deseaban
manifestar su libre arbitrio, cosa que los leones “adaptados” no deseaban. Muertos, arrestados, rencor y más que
violencia dejó un “aguijón”, mismo que se enclava en aquellos que tratan de
alzar la voz para manifestar sus opiniones.
Ese aguijón lo hizo presente una política mediocre, incapaz de escuchar
y atender a los ciudadanos. Empero, a
estas alturas de la vida neoliberal y más específicamente de un país tan
reprimido como lo es México, vemos que los políticos sirven para cualquier
eventualidad, excepto para cumplir sus slogans, y cada vez el pueblo se hace
justicia por cuenta propia.
Y ya no hablemos de una intolerancia
antisemita como fue en la Alemania
nazi, ni del Edicto de Nantes, el cual, el Rey Louis XIV en 1685 revocó para que
todo aquél que no fuese adepto a la religión de la Corona, dejase territorio
francés.
¿Qué otras fechas se debe mencionar para
ver que el humano no aprende? Mientras un ejecutivo con su uniforme
de corbata y saco segrega a los distintos a él, o como un capitalista segrega a
los indigentes, últimamente se ha visto un “nuevo” sector marginado y odiado:
los emos. Chicos que aún siendo adolescentes, usan
características que en su mayoría pertenecen a góticos y a punks. Eclécticamente las usan para su beneficio, sin embargo,
estos jóvenes son eso, demasiado inexpertos e inmaduros para saber de dónde
provienen o el significado de pintarse los párpados, usar mojo o vaya, vestir de
negro.
¿Por qué se “odia” a los emos, si ellos no pintarrajean o hacen desmanes? Es la misma pregunta que hacemos al ver a judíos en la Alemania nazi o a árabes en la Edad Media. Simplemente, no hacen nada. Y quizá por eso se les odia por ciertos sectores sociales, porque ignoran adónde van, qué desean o simplemente, porque son distintos a los demás. Un chico con pantalones entubados y cabello largo no hace ningún daño al transitar en la calle, sin embargo, reiteramos, algunas personas al sentirse “robadas” ya que los emos extraen la ideología de otras corrientes, surge la agresión. No obstante, ¿a dónde llegaríamos si agrediésemos a cada individuo que es distinto a nosotros? ¿Acaso la historia no logra enseñarnos nada? ¿Entonces para qué aprenderla? ¿Para qué los valores sociales y “éticos” que nos enseñan en la familia, si al salir a la calle escupimos a cuanta persona nos sea diferente? De los jóvenes es el presente del mundo, el futuro es para los viejos que aprendieron de jóvenes a madurar y a tolerar. Por eso mismo son viejos, porque aprendieron. Vivieron.
¿Por qué se “odia” a los emos, si ellos no pintarrajean o hacen desmanes? Es la misma pregunta que hacemos al ver a judíos en la Alemania nazi o a árabes en la Edad Media. Simplemente, no hacen nada. Y quizá por eso se les odia por ciertos sectores sociales, porque ignoran adónde van, qué desean o simplemente, porque son distintos a los demás. Un chico con pantalones entubados y cabello largo no hace ningún daño al transitar en la calle, sin embargo, reiteramos, algunas personas al sentirse “robadas” ya que los emos extraen la ideología de otras corrientes, surge la agresión. No obstante, ¿a dónde llegaríamos si agrediésemos a cada individuo que es distinto a nosotros? ¿Acaso la historia no logra enseñarnos nada? ¿Entonces para qué aprenderla? ¿Para qué los valores sociales y “éticos” que nos enseñan en la familia, si al salir a la calle escupimos a cuanta persona nos sea diferente? De los jóvenes es el presente del mundo, el futuro es para los viejos que aprendieron de jóvenes a madurar y a tolerar. Por eso mismo son viejos, porque aprendieron. Vivieron.
Los emos
son los dignos representantes de la generación “X”: sin valores sociales a
causa del neoliberalismo y la globalización, son producto de la mercadotecnia,
misma que ayuda a aislarlos de los demás (iPods,
mp3, Internet, son los principales símbolos que “nacieron” con esta
generación). Por ser jóvenes (ningún emo alcanza ni los 20 años de edad, ya
que entonces, no sería emo), viven al
día, despreocupados, y carentes de motivos de seguir adelante. ¿pero quién de nosotros no se ha sentido
triste o deprimido? ¿Por eso también somos emo?
Porque los emo son “emo-cionales” los
mira la sociedad con compasión pero, ¿acaso un niño no es emocional? Un obrero
que es despedido, ¿no es emocional? ¿Una mujer embarazada? ¿Por eso deben ser emos?
Entonces hablamos ya de estereotipos y de la preocupación de caer o salir de ellos. A los góticos se les cataloga por vestir de negro, a los punks por mojos y estoperoles, a cholos por pantalones holgados. Pero los emos son una mezcla de muchas tendencias. Pero actualmente, ¿qué no lo es? Las corbatas las impuso Louis XV, los vestidos de novia y quinceañera son barrocos, y se les impone ese estereotipo, porque así deben ser. Eso mismo lo impuso la sociedad misma.
Entonces hablamos ya de estereotipos y de la preocupación de caer o salir de ellos. A los góticos se les cataloga por vestir de negro, a los punks por mojos y estoperoles, a cholos por pantalones holgados. Pero los emos son una mezcla de muchas tendencias. Pero actualmente, ¿qué no lo es? Las corbatas las impuso Louis XV, los vestidos de novia y quinceañera son barrocos, y se les impone ese estereotipo, porque así deben ser. Eso mismo lo impuso la sociedad misma.
Siempre se ha reprimido la juventud y sus
tendencias, los griegos llevaban a los jóvenes con filósofos para que
aprendiesen a comportarse en la polis,
los hippies debían casarse “como Dios
manda”.
A últimas fechas la autoridad se ve
nulificada -¿cuándo no?-, por eso los ciudadanos mismos buscan alternativas
para sobrevivir. Un emo, un gótico, un poser, un puppie,
gay o lesbiana son pacíficos. Sin
embargo, a nadie le place ser agredido. A nadie. Al ser agredidos, responden. Es natural.
Es menester que aprendamos a
vivir juntos en este mundo, ya que estamos “abandonados” aquí y debemos unirnos
para salir avante. No vivimos solos como Robinson Crusoe. Por eso, el autoconocimiento y la mesura nos
separan de los animales “irracionales”.
Porque aprendemos de nuestros errores.
Goth Philosopher